Un amorío le costó la presidencia de IBM

El 16 de octubre de 2009, Robert Moffat se encontraba en las oficinas centrales de IBM en Nueva York; como todos los días en sus 31 años en la compañía, se instaló temprano en su escritorio cuando recibió una llamada de su esposa, Amor, quien le dijo que se apresurara a llegar a casa pues agentes de FBI fueron a arrestarlo por haber participado en tráfico de información privilegiada.

Moffat colgó el teléfono y llamó a un abogado de IBM, quien le dio el nombre de un litigante defensor de casos de crímenes de cuello blanco. Abandonó el edificio y esa fue la última vez que alguien lo vio en IBM.

Moffat, vicepresidente del grupo de tecnología y sistemas de IBM, fue el ejecutivo tecnológico más prominente en ser arrestado por su relación con el caso federal contra Raj Rajaratnam, fundador del fondo de cobertura Galleon Group. El caso hizo temblar a Wall Street, exponiendo el mundo de acuerdos ilícitos y bajo el agua entre gestores de fondos de cobertura prominentes y ejecutivos de la industria tecnológica. Entre los atrapados tras la investigación federal se encuentra un director de McKinsey & Co, un ejecutivo de Intel y el presidente de New Castle Partners, un fondo de cobertura que formaba parte de Bear Stearns. Hasta ahora, 11 de 21 personas acusadas se han declarado culpables.

Pero el arresto de Moffat sorprendió a todos, pues no era un especulador, sino un candidato confiable para presidente ejecutivo de IBM, para remplazar a Samuel Palmisano. Tenía mucho dinero y su familia lo amaba; de cierta forma no tenía sentido. IBM, con su cultura corporativa y acciones favorecidas por inversionistas a largo plazo, fue una de las últimas compañías de Fortune 500 que habríamos pensado ver en uno de esos casos de tráfico de información. Moffat no hizo ni un centavo con la información que ofreció y tenía una reputación de lealtad muy sólida.


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