Amor

Eres el fruto de un hogar en el que el amor está presente, aunque, por fortuna para ti, tus progenitores no han exaltado en exceso tu propia importancia. Su amor no ha distorsionado tu corazón. Disfrutas del amor paterno, que asegura una laudable confianza en uno mismo, fomentando los normales sentimientos de seguridad. También has sido afortunado porque, además del afecto que se profesan mutuamente, tus Padres han sabido actuar con inteligencia y sabiduría. Ha sido esa sabiduría la que los ha llevado a ser inflexibles con tus caprichos y debilidades, respetando a un tiempo tu personalidad y tus propias experiencias. Tú, con tu amigo Amos, me buscasteis
en el Jordán. Ambos deseabais venir conmigo. Al regresar a Jerusalén, tus padres consintieron.

Los de Amos se negaron. Aman tanto a su hijo que le negaron la bendita experiencia que tú estás viviendo. Escapándose de casa, Amos pudo haberse unido a nosotros. Pero esa actuación hubiera herido el amor y sacrificado la lealtad. Los padres sabios, como los tuyos, procuran
que sus hijos no se vean forzados a herir ese amor o ahogar la lealtad, permitiéndoles, cuando llegan a tu edad, que desarrollen su independencia y que, gradualmente, vayan saboreando su libertad.

No existe nada más desprendido y justo que el verdadero amor. El amor, Juan Marcos, es la suprema realidad, cuando es otorgado con sabiduría. Pero los padres mortales, lamentablemente, lo convierten en un rasgo peligroso y egoísta. Cuando te cases y tengas tus propios hijos, asegúrate de que tu amor esté siempre aconsejado por la sabiduría y guiado por la inteligencia.

Fragmento del 3er libro de Caballo de Troya de JJ Benitez

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