Colombia, Alvaro Uribe

Washington, D.C., 1 August 2004 – «Antiguo senador y actual presidente de Colombia, Sr. Álvaro Uribe fue un cercano y amigo personal de Pablo Escobar. Uribe se dedicaba de establecer una colaboración entre el cartel [de la droga] de Medellín y altos cargo del gobierno [colombiano de la época], según fuentes de inteligencia de los EEUU de la agencia DIA [redactados] por oficiales en Colombia». (...)

«Estos documentos están archivados hoy en día en el National Security Archive, un grupo de investigación no gubernamental con sede en la Universidad de Washington (EEUU).»

Ver enlace abajo para visitar la totalidad de estas informaciones en inglés.

Ver el informe o documentos originales de la inteligencia estadounidense (en inglés), pulsar sobre este enlace.



información en http://www.voltairenet.org

Colombia, Venezuela y Ecuador: Aumenta la escalada de agresión del
imperialismo en Latinoamérica
escrito por Pablo Cormenzana, CMR
martes, 04 de marzo de 2008
El asesinato de un grupo de guerrilleros de las FARC en Ecuador por
parte del gobierno narco paramilitar de Colombia no es más que una
jugada que estaba prevista en el aumento de la escalada del
imperialismo norteamericano contra el proceso de cambios sociales que
se vienen dando en América Latina y, particularmente, contra la
revolución bolivariana de Venezuela.

No es casualidad que luego del evidente éxito obtenido por el
presidente Chávez con la liberación de un grupo de rehenes colombianos
que, además, dejó al descubierto, una vez más, el carácter
extremadamente reaccionario y guerrerista del gobierno de la
oligarquía colombiana, viniera una acción violenta de este tipo por
parte del principal operador político de los EEUU en Latinoamérica, en
este sentido tampoco es casualidad que el objetivo de esta acción
fuera el comandante Raúl Reyes, principal negociador y cara visible de
las FARC en el proceso de negociación.

En realidad esta acción se parece mucho a las acciones punitivas
selectivas que ejecuta el estado terrorista de Israel en contra de
dirigentes árabes en los países vecinos, y esto tampoco parece ser
producto de la casualidad ya que tanto Israel como su patrocinante y
protector EEUU, principal estado terrorista mundial, están
interviniendo abiertamente como asesores y financistas del gobierno
colombiano. Estos hechos no deberían de asombrarnos ya que no es la
primera vez que ocurren y son la continuación de, como decíamos antes,
una escalada en la política diseñada en EEUU de acabar con el 'mal
ejemplo' que significan para los intereses del capitalismo mundial los
cambios revolucionarios que se vienen dando en Venezuela, política que
se enmarca en el Plan Colombia y en la doctrina de la seguridad
democrática que no es más que la reedición de la tristemente célebre
doctrina de la seguridad nacional que se implementó en los países del
cono sur del continente con las dictaduras militares de los años
setenta, y que sirvió para exterminar a miles de luchadores sociales.
Esta doctrina le permite a estados terroristas como EEUU, Israel y
Colombia intervenir y realizar acciones militares en los países
vecinos e, incluso, más allá como es el caso de las invasiones de EEUU
en Irak y Afganistán y justificarlo en base a un supuesto derecho a la
defensa y al combate a los grupos y personas que se oponen a sus
políticas y que ellos mismos califican de terroristas.

La lucha de clases en Colombia

La existencia de la guerrilla en Colombia, la más antigua del
continente, y la violencia que envuelve la política de ese país no es
posible explicarla seriamente fuera del marco de la lucha de clases
que se desarrolla allí y que, en un país agrícola como Colombia, gira
inevitablemente en torno a la propiedad de la tierra. El origen de
esta lucha por la posesión de la tierra se puede situar en la misma
conquista del territorio en el siglo XVI por el imperio español. Ya
desde ese momento se instala un sistema de despojo de la tierra a sus
propietarios originales, los aborígenes, a los cuales somete a un
régimen de servidumbre y explotación. A estos siervos se agregarían
más tarde los esclavos provenientes de África con lo cual se
conformaría el sistema feudal de explotación de la tierra que con
pocas variantes se prolongaría hasta entrado el siglo XX.

Tan bárbaro fue este sistema de explotación que generó numerosos
alzamientos campesinos, incluso antes de la independencia de España,
siendo el más célebre el de la revolución comunera en el año 1781 en
la provincia del Socorro, cuando los campesinos y pequeños productores
comenzaron una protesta contra los impuestos confiscatorios que
imponía el imperio español y terminaron con un alzamiento
anticolonialista que fue la primera demostración de la disputa por el
poder que planteaba la creciente burguesía rural colombiana y que
culminaría unos años más tarde con el movimiento independentista. Sin
embargo, la independencia de España en poco mejoró la situación en el
campo colombiano y los encomenderos españoles fueron reemplazados por
los latifundistas criollos que mantuvieron el mismo régimen de
explotación feudal sobre el campesinado.

Si algo ha caracterizado siempre a la burguesía rural colombiana es su
profundo odio de clase hacia el campesinado, lo cual se materializa en
la extrema violencia con que lo ha reprimido y mantenido sometido
hasta la fecha. Cada vez que los campesinos han reclamado algún
derecho han sido masacrados sin piedad y con un alarde de crueldad que
recuerda los momentos más oscuros de la humanidad. Se puede decir, con
muy pocas excepciones, que toda la historia colombiana del siglo XIX y
XX está bañada en la sangre de los campesinos colombianos.

Esta violencia casi permanente ha tenido sus picos en distintos
períodos, posiblemente uno de los más característicos haya sido el que
va de 1949 a 1958, entre esos años se calcula que fueron asesinadas
unas 180.000 personas, 65% de las cuales eran campesinos (1). El
motivo principal de esta violencia tuvo su origen en la expropiación
de la tierra a los campesinos, baste decir que en 1957 'de 93.800
propiedades rurales el 42 % de ellas quedó abandonado por sus
moradores y dueños...'(2). Incluso el fenómeno del paramilitarismo
como arma de la burguesía en contra de los campesinos no es nuevo en
Colombia: 'En el año de 1951 se opera un curioso fenómeno que implica
la escisión del bloque llanero. El fenómeno consiste en que los amos,
dueños del hato, se vuelven contra la peonada en armas... Cuando
aflora nítida la aspiración de la peonada a una más justa nivelación
económica y se orienta la conciencia del hombre hacia causas de
justicia por obra de la revolución, surge intransigente, ciega la
'policía de corral', cuyo primer paso converge hacia una climatización
de ideas para salvar la industria ganadera, motivo más que suficiente
que justificará una represión feroz... Fueron creadas las 'guerrillas
de paz' o contraguerrillas a fin de frenar el alzamiento popular' (3).

Es en los años 50 que surgen también las guerrillas de las FARC como
respuesta a la violencia por parte de la burguesía rural colombiana.
Con la industrialización del país, la burguesía trasladó los métodos
violentos que empleaba en el campo a las ciudades para reprimir al
movimiento obrero, principalmente a sus representantes sindicales a
los cuales ha venido asesinando sistemáticamente. En su orgía de
sangre, y haciendo suyo el lema que el mejor enemigo es el enemigo
muerto, una burguesía degradada y corrompida, cuyo principal negocio
es actualmente el narcotráfico, ha acabado a sangre y fuego con todos
sus oponentes, recordar los 3.000 militantes de la Unión Patriótica
asesinados en los años 90.

Evidentemente la lucha de clases en Colombia, donde la burguesía se ha
cebado en el empleo de métodos fascistas para mantener sometidas a las
clases populares, ha alcanzado unos niveles de violencia y de
polarización tales que la única salida posible es el aplastamiento
total de esta burguesía salvaje a través de una combinación de lucha
armada en el campo y de un fuerte movimiento de masas en las ciudades
dirigido por la clase obrera colombiana que ha demostrado tener un
alto nivel combativo a pesar de la represión a la cual ha estado
sometida.

En estas condiciones la única posibilidad de victoria para las masas
colombianas pasa porque esa clase obrera se dote de una dirección
revolucionaria que, trabajando coordinadamente con la guerrilla rural
como elemento de apoyo y no como eje de la lucha, logre cohesionarlas
en torno a un programa socialista. En ese sentido las FARC deberían
conectarse con el movimiento obrero para brindar todo su apoyo y
experiencia para la construcción de esa dirección y, a la vez, romper
con el aislamiento al que han quedado confinadas en la selva. El
programa neoliberal del gobierno burgués con su adhesión al ALCA, que
generará mayores conflictos en la sociedad colombiana, sumado a la
crisis mundial del capitalismo y al proceso revolucionario que se
desarrolla en Venezuela crean las mejores condiciones para que una
política de este tipo tenga grandes posibilidades de éxito.

La agresión a Ecuador y a Venezuela

La política agresiva del gobierno narco paramilitar de Colombia que
está sufriendo una vez más el Ecuador, ya la ha padecido Venezuela en
más de una ocasión, no hay que olvidar que en el año 2004 había
enviado agentes policiales a Caracas a secuestrar a Rodrigo Granda
para llevarlo a Colombia, y más recientemente con el caso de un capo
de la droga al cual mataron en Mérida. Por eso son correctas las
medidas tomadas por el presidente Chávez de cerrar la embajada en
Bogotá y de movilizar al ejército a la frontera: con un gobierno tan
reaccionario y ladino es preferible estar prevenido, y más si como
parece obvio después de las declaraciones de los voceros uribistas, la
segunda parte del plan consiste en hacer aparecer a los agredidos como
agresores.

Según el material conseguido por el ejército colombiano en unas
supuestas computadoras que milagrosamente se salvaron del bombardeo al
campamento guerrillero, ahora resulta que tanto el presidente Rafael
Correa como el presidente Chávez son los patrocinantes de las FARC
como parte de una estrategia para derrocar a la oligarquía colombiana.
El agresor gobierno burgués de Colombia ahora es la víctima y con ello
justifica su agresión a Ecuador y una posible agresión a Venezuela,
nuevamente las casualidades no son tan casuales, el forjamiento de
pruebas es el típico modus operandi del imperialismo yanqui quien ha
llevado al grado de la perfección el autoatentado para justificar sus
agresiones, tampoco es casual que el Departamento de Estado de los
EEUU justifique la actuación de un pupilo que le ha salido tan bueno.

Con esta acción el imperialismo también logró destruir, o por lo menos
paralizar, el proceso unitario que estaba impulsando Venezuela en
Sudamérica, con lo cual se demuestra algo que hemos venido diciendo
desde que comenzó dicho proceso unitario: es imposible desarrollar
ninguna unidad apoyándose en las 'burguesías nacionales' y dentro del
marco del capitalismo. Esa unidad tan necesaria, y que fuera uno de
los mayores anhelos de Simón Bolívar, sólo será posible, además de un
modo natural, de la mano de la revolución socialista continental, de
la mano de los trabajadores y campesinos latinoamericanos. La
burguesía es la principal enemiga de la unidad de los pueblos
latinoamericanos, los ejemplos desde 1810 hasta nuestros días sobran.
Por eso, repetimos: cualquier intento unitario basado en la burguesía
y fundamentado en el sistema de producción capitalista está condenado
al fracaso.

Otra lección que debe extraer el pueblo y el gobierno bolivariano de
todo esto es que hasta hace poco se presentaba al presidente narco
paramilitar Uribe como un 'amigo', como una persona de derecha pero
honorable con la cual se podía hacer negocios y tener relaciones
normales, jamás se puede confiar en la burguesía, y como decía
Trotsky: es un crimen que un revolucionario no debe cometer el sembrar
esas ilusiones en las masas. La burguesía es nuestra principal
enemiga, el proletariado no tiene nada que ver con ella, nuestros
intereses son diametralmente opuestos y antagónicos.

También es bueno recordar que tanto la burguesía como el proletariado
son internacionales, sus luchas no tienen fronteras, los intereses de
los trabajadores colombianos son los mismos intereses que los de los
trabajadores venezolanos, y lo mismo ocurre con los intereses de la
burguesía, por eso es normal que, ante lo ocurrido, la burguesía
venezolana, a través de sus medios de difusión con Globovisión a la
cabeza, se cuadre incondicionalmente y trate de justificar al gobierno
burgués de Colombia, son la misma burguesía con los mismos intereses.
Nunca debemos olvidar que nuestros únicos amigos, nuestros únicos
hermanos, nuestros únicos aliados en Colombia, y en cualquier parte
del mundo, son los trabajadores y los campesinos. Con ellos debemos
trabajar unidos para acabar con el sistema capitalista y construir el
reino de la libertad, el socialismo.

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