Va esta editorial publicada en el Universal, escrita por Carlos Monsiváis.
28 de mayo de 2006
Asegura el candidato del PAN, Felipe Calderón: "Seguiré diciendo que López Obrador es un peligro para México". No extraña lo anterior en alguien que desconoce el valor de las palabras que, conviene avisarle, podrían formar conceptos relacionados con acciones atadas a consecuencias. ¿Cómo define Calderón "un peligro para México"? ¿Algo en la índole de "si AMLO gana, los ricos y las clases medias perderán sus propiedades, los anuncios de las videntes estipulan que ya comenzó la anexión a Venezuela, y que todavía arden los pozos petroleros en el sureste, incendiados por López Obrador"?
A tanto no se atreve don Felipe, aunque sí prodiga mentiras truculentas: el crecimiento de la deuda del gobierno de la ciudad de México, "la polarización" de la sociedad (asunto donde la iniciativa de la derecha es imbatible) y, muy especialmente, sus hipótesis de política-ficción. Ejemplo posible: en 2008 El Peje nacionalizará la banca, la Universidad Anáhuac y, por error, las marchas de protesta.
Calderón y su equipo parecen atenidos a la formulita: "Una mentira repetida cien mil veces se vuelve verdad", algo que dicho sea de paso, es un axioma en descomposición. Me explico: cuando se lanza esta consigna en el Berlín de la década de 1930, la información en el mundo entero se dividía por una parte en rumores y voces de alarma y por otra en las noticias manipuladas por el Estado.
Entonces, nada se oponía a la repetición de la mentira que contaba con la falta de alternativas noticiosas y con el temor, un medio masivo de comunicación. Ahora, en época electoral, una mentira política que se multiplica sin tregua es sólo una de tantas ofertas comerciales de las miles esparcidas a diario, en un tiempo donde la credulidad extrema es la otra cara del escepticismo. Ya se avizora otro axioma: "Una mentira repetida cien mil veces es un gastazo que bien puede carecer de consecuencias".
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Calderón, un especialista en chistes nonatos, se concentra en su oficio de exorcista ("y cuando se repita 135 mil veces mi spot del peligro para México, mi enemigo se disolverá en un mitin a la vista de todos"), exhibe su deseo de inaugurar en fecha próxima su hipnosis de masas ("bendecirá el acto monseñor..."), y halaga a los tradicionalistas y al sector oligárquico que lo aclaman con sonrisas de malicia al final de cada una de sus agudezas pendientes. Tiene a su favor a los sinceramente convencidos de la negatividad de AMLO, a la oligarquía y a grupos de intelectuales que con horror denuncian a los otros intelectuales partidarios del "PPM" (Peligro Para México), esos que manchan el compromiso de neutralidad del gremio cuyo deber primordial es atacar el populismo y promover a quien no sea de izquierda ni del PRI. ¿Necesitan otros datos para identificarlo? A ver: nació en Michoacán, es muy conservador, es el primero y casi el único en reírse de sus chistes...
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AMLO, "un peligro para México", es la cima de la campaña de odio tan costosamente divulgada a través de la red, y tan deudora de los métodos del Partido Popular español y de los mercadólogos de la derecha estadounidense. Esto conlleva riesgos. Uno, irremediable, es volver orgánica la histeria revanchista; otro es adoptar para siempre el infantilismo de la promesa tan esencial en el pensamiento (sé lo que digo) de Fox. Calderón promete y al cabo de sus ilusiones ya no hace falta que gobierne: "Mi gobierno será el de los jóvenes./ Mi gobierno será el del pleno empleo./ Mi gobierno será el de la seguridad social./ Mi sexenio será el de la seguridad pública./ En mi gobierno se resolverá el problema de la pobreza...", todo lo que exige el contexto de un lema expropiatorio: "Mi sexenio será sólo mío"... ¡Ah!, y será también de los beneficiados con la certeza: "Gobernaré con los panistas, no repetiré el error de incorporar a los extraños".
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Calderón es adicto a las generalizaciones, tal vez porque nadie le informó a tiempo de la existencia del matiz o de la lógica. Declara: "El ejercicio negligente, irresponsable y abusivo de la fuerza pública es tan malo como el uso de la violencia por ciudadanos contra las autoridades... En Atenco yo habría actuado igual que Fox" (14 de mayo de 2006). Si algo caracterizó la invasión de Atenco, además de las violaciones ya comprobadas, fue el ejercicio negligente, irresponsable y abusivo de la fuerza pública enviada por Fox, el gobernador Enrique Peña Nieto y el secretario de Gobernación, Carlos Abascal; esto es un hecho y ya lo era el 14 de mayo. Sin embargo, Calderón insiste: "Yo habría actuado igual que Fox". Con una diferencia: Calderón sí se habría enterado de algo. Así fuera de modo difuso y con mucho encono.
El candidato del PAN insiste en su generalizar y afirma a propósito del Delegado Cero Marcos (al que no ha rodeado o seguido la gran mayoría de la izquierda en su otra campaña, cuyo tema primero es la oposición a AMLO): "A través del pasamontañas está el mismo rostro de la intolerancia y autoritarismo que caracteriza a la izquierda y que hoy representa López Obrador". Así se refiere el panista a un porcentaje muy considerable de un país que es cada vez más en la práctica de centro-izquierda (véanse las demostraciones de tolerancia y los debates sobre temas y conductas antes prohibidas). ¿Así que la izquierda es sólo intolerancia y autoritarismo? ¿Podría enorgullecerse de los niveles de tolerancia probada de los alcaldes y gobernantes priístas, esos ejemplos de represión parroquial hipócrita?
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La derecha polariza a gusto, es decir, está convencida de que al país le sobra el amplísimo sector tan francamente estúpido que no percibe cuán peligroso es López Obrador, y va a votar por él, por el PPM. Tampoco necesita en lo mínimo a la izquierda (y todavía dicen algunos de los defensores del PAN que son falsas las divisiones entre izquierda y derecha, como si su candidato no reivindicase fervorosamente a la derecha cada que demoniza a la izquierda). Por eso ha sido tan importante en la celebración del bicentenario del nacimiento de don Benito Juárez la reiteración del Estado laico y la educación correspondiente.
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Se ataca y sin reservas al Tribunal Electoral por ordenar el retiro de los spots, y se califica a voces el hecho como "atentado a la libertad de expresión". ¿De modo que es legítimo en una campaña expulsar al adversario de los terrenos de la civilidad y, con el presupuesto del IFE que es de todos, señalar el gravísimo riesgo no sólo de que gane sino de que exista? ¿Por qué tal belicosidad si lo que se quiere es un clima civilizado? Una cosa son los ataques de todos contra todos y otra la demanda pueril de que a un candidato y a su sector de simpatizantes se les expulse para siempre de la política y, por ser tan peligrosos, del país. Y ya no hagan "juegos de ingenio". Un "peligro para México" es una frase que en sí misma, y en una campaña electoral, tiene la información suficiente.
visita: http://www.fecal.org.mx/
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